Seguimos atravesando los efectos de la pandemia, sin dejar de mencionar el conflicto geopolítico entre Rusia y Ucrania, las persistentes presiones inflacionarias globales, el encarecimiento de la deuda, entre otros factores coyunturales que impactan e impactarán en distintos aspectos. Y es este entorno tan desafiante, una puerta para nuevas oportunidades, en donde las organizaciones tendrán que acelerar su evolución a una nueva realidad en la que predomine la digitalización.
Hoy vemos que las organizaciones se han visto obligadas, no solo a adaptar sus negocios a un entorno digital, sino que han optado por la digitalización como punta de lanza. De acuerdo con datos del Banco Mundial, la economía digital equivale al 15.5% del PIB mundial, lo cual ha permitido a las empresas realizar procesos de transformación digital para abarcar un mayor mercado y penetración en lugares donde nunca hubiesen pensando operar sus negocios.
Una clara y sencilla prueba de la adopción digital en las empresas, es el trabajo remoto como herramienta de conexión en la operación de la propia empresa y con sus clientes, pues hoy, el trabajo remoto llegó para quedarse e incluso ha llegado a ser un buen aliciente para que las empresas atraigan talento. Otro buen ejemplo de digitalización en las empresas, es cuando hablamos de la firma electrónica, ya que ha venido a solucionar los problemas de movilidad de las empresas; hoy, mediante la firma electrónica, las empresas pueden realizar trámites y celebrar acuerdos de manera inmediata, no solo a distancia, sino con la seguridad jurídica que brindaba el hacerlo de forma física. Es por ello que las herramientas digitales son y serán un gran aliado para facilitar la evolución y crecimiento de las empresas y personas, sin dejar de mencionar que, gracias a la digitalización, las corporaciones han aumentado su productividad y eficiencia de manera considerable, haciéndolas más competitivas.
Es importante mencionar que la digitalización solo es un medio, pero ella no se entiende sin la evolución tecnológica. En efecto, en conjunto con la digitalización, la tecnología ha traído verdaderamente grandes cambios al mundo de las inversiones y negocios, como ejemplo podemos nombrar el blockchain, big data, inteligencia artificial, entre otros, siendo que estos avances han venido a revolucionar la forma en que se plantean y desarrollan los negocios. En lo que respecta al sector financiero, actualmente estamos ante un escenario crucial de transición y asentamiento, ya que si bien la pandemia del COVID-19 ha traído avances en materia regulatoria, lo cierto es que cada día se necesita avanza hacia una regulación progresiva.
En los últimos años en México, todos los intermediarios financieros regulados, unos con mayor capacidad y potencia que otros, han transitado cada vez más hacia el ofrecimiento de servicios financieros digitales enfocados en el cliente, pero se han enfrentado con que no siempre la innovación es una aliada de la regulación.
Un ejemplo de lo anterior ha sido la evolución que han tenido las empresas de tecnología financiera que operan en el país, bajo el amparo de la Ley para Regular las Instituciones de Tecnología Financiera (Ley Fintech), ordenamiento jurídico que si bien contempla otros esquemas de modelos de negocios (ej. modelos novedosos), hasta el momento solo hemos visto la implementación en relación a las Instituciones de Fondos de Pago Electrónico y las Instituciones de Financiamiento Colectivo. Datos del Banco de México (Banxico), revelan que el sector Fintech (Instituciones de Tecnología Financiera) hoy representa el 0.9% del capital del sistema bancario, lo cual nos dice que, si bien el inicio ha sido alentador, estamos apenas en la punta del iceberg de lo que estas entidades reguladas están por hacer.
En este punto, los reflectores han dejado de estar predominantemente del lado del retraso en las autorizaciones, para enfocarse ahora en la operación de este tipo de entidades reguladas. En esa línea, si bien es cierto que estas entidades reguladas han tenido un buen recorrido en los últimos años, estamos viendo que el uso de canales digitales efectivamente puede sumar al modelo de negocio, solo si se atienden los riesgos que conlleva su implementación. Dentro de estos riesgos, se encuentra el rezago en infraestructura digital y ciberseguridad. Lo anterior ya que la materialización de estos factores, puede generar serias pérdidas económicas y daños reputacionales. Si bien la Ley Fintech trata varios temas relacionados con lo antes expuesto, —mismos que van desde la prevención, hasta realizar pruebas de penetración y planes de continuidad robustos—, hemos visto recientemente que los ciberataques están presentes todos los días.
Si algo debemos tener claro, es que la regulación y el cumplimiento seguirán aumentando en importancia. Ante la creciente evolución tecnológica, los reguladores siempre estarán a la vanguardia.
Entre más riesgos y/o fraudes existan, la atención regulatoria seguirá aumentando, por lo que es indispensable reforzar los controles al interior de las organizaciones. Asimismo, los costos de cumplimiento regulatorio deberían disminuir en razón a la innovación tecnológica.
Hoy lo vemos con los procesos de Know Your Costumer (KYC), en donde las entidades han adoptado procesos basados en la automatización, inteligencia artificial, entre otros, lo cual ha traído como resultado un onboarding más ágil e incluso, ha reducido el tiempo de contratación en beneficio de los clientes. Por ende, claramente se puede ver que la innovación tecnológica es un gran aliado del cumplimiento regulatorio para ciertos fines. De la misma manera, la inversión en tecnología y digitalización, nos debe llevar siempre hacia la eficiencia operativa y rentabilidad en la empresa.
En conclusión, la digitalización como medio, es una de las respuestas ante el entorno complejo que atravesamos, ya que las empresas necesitan mayor eficiencia y competitividad para responder al cambio, motivo por el que muchos negocios ya han combinado necesidad y oportunidad. Asimismo, los clientes se inclinarán hacia las entidades que les evoquen seguridad y confianza, entre otros factores. Sin duda, en adelante seguiremos viendo avances en la digitalización e inversiones tecnológicas, esto siempre y cuando la regulación sea simétrica, —recordemos que lo que se regula, no son los modelos de negocio, sino la actividad financiera, gestión de riesgos y estabilidad del ecosistema financiero —.
Nota original publicada en Forbes web por Luis Cárdenas, Director Ejecutivo de Control Normativo y Asesoría Jurídica en Banco Sabadell
SIN COMENTARIOS